Con más de 20 años de experiencia en investigación aplicada y desarrollo tecnológico, el Dr. Juan Carlos Carrasco Moraga lidera actualmente la Unidad de Desarrollo Tecnológico (UDT) de la Universidad de Concepción, una institución reconocida por su capacidad de generar soluciones concretas para sectores productivos como la celulosa, el papel, la bioenergía y los materiales sostenibles. Doctor en Ingeniería Química por la Universidad de West Virginia e Ingeniero Civil Químico por la Universidad de Concepción, su trayectoria ha estado profundamente ligada al desarrollo tecnológico del país y, en particular, al sector forestal.

Carrasco conoce la UDT desde sus cimientos: fue parte del equipo fundacional del centro en 1996, en un contexto en que la vinculación entre universidad e industria comenzaba a consolidarse como un eje estratégico para el desarrollo regional. Durante 14 años lideró el área de Medioambiente, enfocándose en soluciones tecnológicas para el tratamiento de residuos, eficiencia energética y reducción de emisiones. «La UDT nació con una vocación aplicada. Su esencia es hacer investigación con sentido práctico y con impacto directo en el entorno productivo», comenta.

Posteriormente, su formación académica continuó en Estados Unidos, donde obtuvo su doctorado y se desempeñó profesionalmente en la instalación y operación de plantas para densificación energética de biomasa.

Esta experiencia internacional, según señala, fue clave para consolidar una visión sistémica e innovadora del desarrollo tecnológico. «En Estados Unidos entendí la importancia de escalar procesos desde el laboratorio a niveles industriales, un desafío que requiere no solo conocimiento técnico, sino también capacidades de gestión y colaboración interinstitucional».

A su regreso a Chile, Carrasco asumió labores académicas en la Universidad de Concepción y poco después fue elegido como director ejecutivo de la UDT. «Conozco las raíces de esta institución. Regresé por el compromiso con su esencia: la investigación y desarrollo aplicado con impacto real en la industria», señala.

MODELO COLABORATIVO

Desde sus inicios, la UDT ha cultivado una relación virtuosa con el sector productivo, fortalecida por su modelo de autofinanciamiento, que ha exigido pertinencia, oportunidad y efectividad en cada proyecto. «Eso nos obliga a generar propuestas relevantes, con impacto real y utilidad para las empresas. Nuestra colaboración con compañías del ámbito forestal, así como con programas públicos como CORFO, FONDEF o FIA, ha sido esencial para mantenernos vigentes y competitivos», explica Carrasco.

PIONEROS EN ECONOMÍA CIRCULAR Y SOSTENIBILIDAD

El centro fue pionero en abordar desafíos ambientales en los años 90, mucho antes de que conceptos como economía circular, sostenibilidad o huella de carbono se convirtieran en tendencia.

«Fuimos de las primeras instituciones en Chile que desarrollaron tecnologías para valorización de residuos, bioproductos y eficiencia energética en procesos industriales. En ese tiempo, hablar de bioeconomía era casi visionario», destaca el director UDT.

En el rubro de celulosa y papel, la institución ha sido un actor clave para la modernización del sector. Ha promovido activamente la adopción de tecnologías limpias, procesos innovadores y soluciones de bajo impacto ambiental. «Chile cuenta con una industria forestal altamente tecnificada y competitiva. Nuestro rol es aportar con conocimiento y tecnologías que estén a la altura de los estándares internacionales», afirma. A lo largo de su historia, la UDT ha licenciado diversas tecnologías, ha colaborado en la implementación de plantas piloto y ha generado patentes que han sido reconocidas a nivel internacional.

Uno de los pilares estratégicos de la actual administración es consolidar el vínculo entre la academia, la industria y los centros de investigación internacionales.

«La clave está en conocer lo que ocurre a nivel mundial, anticipar tendencias, proponer soluciones novedosas y mantener redes sólidas. Colaboramos con centros de excelencia como VTT de Finlandia o Fraunhofer de Alemania, que tienen estructuras similares y una fuerte articulación con sus industrias», señala Carrasco.

NUEVAS LÍNEAS ESTRATÉGICAS PARA EL DESARROLLO TECNOLÓGICO

Entre las principales líneas de trabajo de esta nueva etapa, destaca el fortalecimiento de los servicios tecnológicos con foco industrial, profundizando alianzas con empresas estratégicas. «Queremos escalar tecnologías que ya han sido validadas a nivel laboratorio y que están listas para su implementación en procesos industriales reales. Hay una ventana de oportunidad para transferir innovación de manera efectiva y rápida».

Otro de los focos emergentes es la incorporación de inteligencia artificial en el funcionamiento de las plantas piloto, lo que representa un desafío técnico de alto nivel.

«El reto es integrar lA en procesos que no son continuos ni estables, como es el caso de los ensayos a escala piloto. No hay muchas experiencias a nivel global, pero creemos que este es un paso necesario para aumentar la eficiencia y generar aprendizaje automático que optimice la toma de decisiones».

HACIA UNA COLABORACIÓN INTERSECTORIAL CON ENFOQUE SOSTENIBLE

Una tercera línea estratégica apunta a la transferencia de conocimientos desde el sector forestal a otras industrias como la minería, en el contexto de los compromisos de descarbonización y adaptación al cambio climático. «La bioeconomía —basada en el uso de materias primas renovables como la biomasa forestal— es esencial para avanzar hacia modelos industriales sostenibles. La minería chilena enfrenta una presión creciente para reducir su huella ambiental, y ahí vemos una gran oportunidad para aplicar soluciones tecnológicas probadas en otros sectores».

LA BIOECONOMÍA ES ESENCIAL PARA AVANZAR HACIA MODELOS INDUSTRIALES SOSTENIBLES

Juan Carlos Carrasco enfatiza que el compromiso de la Unidad de Desarrollo Tecnológico (UDT) no se limita únicamente a lo tecnológico, sino que existe también una clara vocación por el desarrollo territorial, la formación de capital humano avanzado y la generación de impactos sociales positivos. «Hoy en día somos más de 70 profesionales de diversas disciplinas, enfocados en resolver desafíos reales. Uno de nuestros principales propósitos es contribuir al desarrollo sostenible del país, aportando desde la ciencia y la tecnología a una economía más limpia, eficiente y respetuosa con el medio ambiente», finaliza el profesional. 

Fuente: Celulosa y Papel